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MUESTRA GRATIS
"¿CÓMO SER LA PERSONA MÁS LLENA DEL ESPÍRITU SANTO DE TU IGLESIA?"

Livro
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Disfruta gratuitamente del primer capítulo y siéntete motivado a explorar todo el contenido poderoso que este libro ofrece.

Capítulo 1

La Renuncia

Toda renuncia sabiamente decidida, al final representa una ganancia enriquecedora.

 

– Reinaldo Ribeiro

 

No importa cuán larga sea nuestra caminata con Dios; nuestra naturaleza carnal sigue siendo un desafío constante. Por más que aspiramos, nunca seremos tan inmaculados como Jesús. Es por eso que la Biblia nos exhorta a sacrificar diariamente las concupiscencias de la carne, como se indica en (Gálatas 5:17):

Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que queréis.”

El primer y fundamental principio para que los cristianos sean plenos del Espíritu Santo de Dios es la renuncia. Es un llamado a morir a nosotros mismos, a nuestros deseos egoístas. Es en este acto de entrega que el Espíritu Santo comienza a florecer en nosotros, dando vida a lo que es espiritual.

El apóstol Pablo, un gigante en la fe, conquistó la victoria sobre la carne a través de esta renuncia, siendo lleno del Espíritu Santo. Él proclama en (Gálatas 5:18, 24-25):

“Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley (...) los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne, con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

¿Ya has identificado el área en la que más tropiezas con el pecado? El apóstol Pablo nos aconseja, revelando en (Santiago 1:14,15):

“Cada uno, sin embargo, es tentado por su propia codicia, siendo por esta arrastrado y seducido. Entonces la codicia, habiendo concebido, da a luz el pecado; y el pecado, después de haberse consumado, genera la muerte.”

Todos enfrentamos luchas en nuestras vidas, áreas donde caemos en pecado. Algunas prácticas, como el consumo de alcohol, juegos, mentiras o robo, son más fácilmente modificadas tras la conversión a Cristo. Sin embargo, si aspiramos a ser la persona más llena del Espíritu Santo en nuestra iglesia, debemos ir más allá.

Aléjate de entretenimientos cuestionables, como películas, telenovelas, series y maratones en aplicaciones, así como juegos en dispositivos móviles y computadoras. Pregúntate: ¿esto edifica espiritualmente? ¿Contribuye a tu crecimiento espiritual, o es solo otro alimento para la carne?

Es común entre los cristianos luchar contra vicios como la pornografía, la masturbación y las relaciones sexuales casuales. Si realmente deseas ser pleno del Espíritu Santo, aléjate de inmediato de estas prácticas. Movimientos como el NoFap han ganado popularidad, promoviendo no solo beneficios espirituales, sino también mejoras físicas y mentales notables a lo largo de los días de práctica.

Cada pecado, toda conducta que sabes que desagrada a Dios, debe ser renunciada diariamente. Muchas veces, escuchamos a personas decir: "Ah, yo pecaba todos los días, estuve veinte días sin caer, y de repente volví a caer, perdí toda mi unción." Esta mentalidad es equivocada. Antes, caías diariamente en la misma trampa; ahora, tras veinte días, tal vez resistas, y con esfuerzo, pronto serán treinta días, sesenta días, hasta que te des cuenta de que has vencido esa área de tu vida.

Sin embargo, es fundamental mantener la humildad y pedir perdón a Dios cada vez que tropieces, incluso si, inicialmente, aún hay caídas diarias. Dios entiende que todos somos pecadores, y Él no se preocupa tanto por el pecado en sí, pues este ya ha sido redimido por Jesús en la cruz. Sin embargo, valora profundamente tu esfuerzo por resistir al pecado, y adivina qué? Ese esfuerzo trae unción a tu vida. En esta jornada hacia convertirte en la persona más llena del Espíritu Santo de Dios, esto es de suma importancia.

En mi trayectoria cristiana, viví un período sombrío, solitario y vacío, alejado de Dios. Incluso llegué a coquetear con el ateísmo. Durante ese alejamiento, pasé dos años inmerso en fiestas, bebidas y drogas, todo en un intento de llenar un vacío abrumador dentro de mí. Perdí el sentido del bien y del mal, entregándome a una vida sin reglas.

Fue solo en un episodio aterrador, permitido por Dios, que involucraba el mundo espiritual y la presencia de demonios, que fui profundamente impactado. Quizás, algún día, comparta estas experiencias en otro libro. En resumen, Jesús permitió que saliera ileso de todo lo que vi y viví, guiándome de regreso a Sus caminos.

En la fase inicial de mi retorno a la iglesia, todavía luchaba por desvincularme completamente de algunas prácticas pecaminosas del mundo.

Hubo un tiempo en que encontraba alegría en el tumulto de las multitudes, participando en fiestas, raves y sumergido en la vibrante música electrónica. No era tanto por la energía diabólica que impregnaba esos lugares, sino por la sensación de pertenecer, de conectar con las personas, de participar en conversaciones efervescentes. Saludar a uno aquí, otro allí, las amistades, las interacciones, y los pecados que, a veces, se escondían detrás de ellas.

En un día de lucha interior, resistiendo la tentación de volver a esos ambientes, terminé llevando a una amiga a la universidad. Frente a la institución, jóvenes se aglomeraban, creando una atmósfera que, en ese momento, anhelaba experimentar. Sin embargo, al dejarla, algo me hizo parar el coche. Antes de salir, elevé una oración silenciosa a Dios: "Señor, no deseo regresar a esos lugares, sé que allí sucumbiré al pecado, caeré de nuevo. Pero no quiero estar solo, y mi iglesia carece de jóvenes." Continué suplicando: "Padre, ayúdame con esto." Y partí.

Al día siguiente, embarqué hacia una conferencia en otra ciudad. Durante un culto por la tarde, se hizo un llamado para oración, y me sorprendió la cantidad de jóvenes que se dirigieron al altar. En la fila, mi diálogo con Dios continuaba. Mi corazón ardía, mi cuerpo temblaba; la presencia del Espíritu Santo era palpable.

Un hombre, profundamente conectado al Espíritu Santo, se acercó a mí, me abrazó y dijo: "Hijo mío, ayer, mientras estabas dentro de ese coche, dijiste que no querías estar solo, ¿no es así?" Las lágrimas inundaron mis ojos. Una visión extraordinaria se desplegó ante mí: rodeado de personas que bebían y fumaban, un camino estrecho se extendía ante mí. La mano de un Ser vestido de blanco se extendió y tomó la mía, guiándome por el camino. Mientras escuchaba la profecía de ese hombre de Dios:

"Nunca estarás solo, porque siempre estaré contigo."

Fue una experiencia impactante, una revelación que transformó mi vida. Después de eso, lidiar con esos deseos se volvió más fácil. No hay duda de que el Ser en mi visión era Jesús, utilizando a un profeta para hablar directamente a mí. La presencia que sentí era tan grandiosa, tan sublime, que, en ese momento, éramos solo Él y yo; y, sin embargo, ÉL era todo lo que necesitaba, llenando cada vacío, todo mi ser. Fue algo sobrenatural.

Aunque no fue mi primera experiencia de este tipo con Dios, de visiones y palabras proféticas, sin duda, entre tantas, esta fue una de las más marcantes. Ten la certeza: todo lo que renuncies hoy por Él no será en vano. Él te llenará abundantemente con Su poder y unción.

 

 

Capítulo 2

La Oración

La oración es el sudor del alma.

 

– Martinho Lutero

 

El Rey Salomón, con su sabiduría inigualable, nos advierte sobre la respuesta divina a las oraciones de aquellos que eligen ignorar los consejos del Altísimo. Quien desestima la riqueza de su sabiduría no debe sorprenderse con las consecuencias.

"Entonces ustedes me llamaron, pero no responderé; me buscaron, pero no me encontrarán. Ya que desprecian el conocimiento y rechazan el temor del Señor, no quisieron aceptar mi consejo y hicieron poco caso de mi advertencia, comerán del fruto de su propia conducta y se saciarán de sus propias maquinaciones." (Proverbios 1:28-31).

Si anhelas que tus oraciones resuenen en el cielo, es imperativo que dediques tu corazón y tus oídos a la voz del Señor. ¿Y cómo escuchar esa voz?

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